"De la lengua de los naturales no se tiene noticias precisas tampoco pues, el lingüista P. Bársena no habla de estos indios. El padre Lozano, siguiendo al parecer a Ovalle, dice hablando de aquellos cinco españoles del ejército de Almagro que en 1536 se desmandaron del camino del Despoblado: «y penetrando al valle de Jujuy que es parte de Tucumán, (es de suponer que sea el de Humahuaca); pagaron luego la pena de su mal acuerdo. Imaginaban que les habían de hacer el mismo acogimiento que hasta allí habían experimentado por respeto del inga Paulla, pero los jujuies que ni le profesaban vasallaje, ni querían ver trajinado su país de estrangeros, se aconsejaron con su fiereza y a los tres dieron cruel muerte, salvándose los otros dos con la fuga»
Si los omaguacas no prestaban vasallaje al Inca
sería de suponer que no hablaran el quichua o lengua general. Boman sospecha
que el idioma de los omaguacas sería, tal vez, el mismo de los ocloyas.
Frente a
esta duda hay un dato según el cual ya en la época de la conquista se hablaría
el quichua, esta luz nos la da uno de los compañeros de Francisco de Argañarás,
el Procurador General de la ciudad de San Miguel de Tucumán y Procurador y
vecino de Todos los Santos de la Nueva Rioja, don Bartolomé Naharro. Naharro
fue llamado a declarar en la información de méritos y servicios del capitán
Francisco de Argañarás, hecha en La Plata, el 24 de diciembre de 1596; y al
referirse a la prisión de Viltipoco, señor de Omaguaca, dice: «Con la dicha
prisión e muerte de el dicho Uiltipoco Yndio, en la dicha su prisión, cesó todo
e quedó la tierra quieta e pacífica e se anda e camina con la seguridad que
dicho tiene y los yndios han ofrescido las dichas minas e thesoro del ynga que
Omaguaca en su lengua quiere dezir Cabeça de Tehsoro»
Si omaguaca o humahuaca quiere decir cabeza de
tesoro, la voz es quichua pues en esta lengua, uma es cabeza y guaca o huaca es
tesoro. Como Naharro dice sin dejar lugar a dudas en su lengua quiere decir es
indudable que esta lengua, fue el quichua.
Muy
pocas veces nos ofrecen los cronistas una etimología tan clara y precisa como ésta
que tanto y tanto ha dado que hablar a los estudiosos y curiosos. Sin embargo
aunque la etimología sea exacta y ella esté en quichua faltaría averiguar si el
uso del idioma de los incas -su idioma- fue reciente o si era el lenguaje de
los indios de la prehistoria de La Quebrada. Como la averiguación de este dato
nos es imposible, por ahora, dada la carencia de documentos, bástenos con dar
por asegurado que en la época de la conquista ya se hablaba el quichua. ¿Hasta
cuándo se lo habló? Este es otro problema que trataremos de solucionar. Ya
vimos más arriba, al hablar de las condiciones exigidas a los curas de
naturales que el cura de la doctrina de Humahuaca, padre Antonio Velázquez
Rodero, que estuvo en 1622 en su curato, no sabe la lengua de los naturales. En
Junio de 1690, esto es, a un siglo de la información de Bartolomé Naharro, se
hablaba el quichua en La Quebrada, lo sabemos porque el obispo del Tucumán, don
Juan Bravo Dávila y Cartagena, al iniciar en Humahuaca la visita a sus
diócesis, por ser la primera parroquia del Obispado, predicó en su idioma a los
naturales, tal se lee en el Testimonio de
la Visita del Obispo, hecho por su secretario, presbítero Luis de
Cartagena y Mioño. He aquí la parte pertinente del referido testimonio: «Dijo
su Señoría Ilustrísima que para cumplir con esta obligación este presente año,
determinaba hacer la visita deste Obispado, y empezaría desde la doctrina, y
pueblo de Umaguaca, pues es el primero desta diócesis, y en su ejecución y
cumplimiento comenzó su visita desde el dicho pueblo de Umaguaca, predicando a
los indios en su idioma etc.».
Es de advertir que este Obispo, gran
predicador, según dice Lozano, venía del Perú y allí aprendió el idioma de los
incas, pues fue arcediano del Cuzco y de este cargo fue llevado al Obispado por
cédula de Carlos II, de fecha 26 de febrero de 1688.
No he hallado otras noticias, pero infiero que
se hablaría el quichua en La Quebrada hasta fines del siglo XVIII, pues en
1779, año en que se verificó el censo de los curatos de Tumbaya y Humahuaca con
los indios del Volcán, Purmamarca, Guajra, Tumbaya, Tilcara, Guacalera
(empezado el 10 de enero y terminado el 10 de marzo del mismo año de 1779), el
encargado del mismo, don Manuel Sánchez de Bustamante, distingue a los
pobladores con las denominaciones de españoles, indios, criollos, mulatos y
mestizos y es de suponer que a los segundos los llamaría indios por el idioma
que hablaban pues no es de imaginar que los clasificara solamente por el
aspecto racial. Los datos del censo son estos:
|
CLÉRIGOS |
ESPAÑOLES |
INDIOS |
MULATOS ZAMBOS NEGROS |
TOTAL |
TUMBAYA |
1 |
28 |
875 |
64 |
968 |
HUMAHUACA |
1 |
32 |
1204 |
------- |
1237 |
TOTALES |
2 |
60 |
2079 |
64 |
2195 |
|
Como se ve
los indios, quienes hablarían seguramente el quichua, constituyen la inmensa
mayoría, más del 94 por ciento de los censados.
Los
españoles, criollos y mestizos hablarían el español y como ellos serían los
dirigentes y los propietarios supongo que el castellano iría ganando terreno,
en tanto que el quichua se olvidaría poco a poco, con el contacto diario con
los comerciantes y viajeros que atravesaban La Quebrada, en sus idas y venidas
al Alto y Bajo Perú.
Ya en 1825 parece que los paisanos de La Quebrada, aún los inciviles, los que se espantaban a la presencia de un blanco, hablaban castellano, pues dice el capitán Andrews, al relatarnos una visita que hizo a un rancho de pastores, el 27 de septiembre de 1825, (Una jornada antes de su llegada a Humahuaca, por lo que supongo el rancho estaría en Guacalera). «Este día descubrimos algunos pocos indios de aspecto bastante mísero, atisbando desde chozas apenas discernibles entre el follaje denso que las rodea. Nuestra atención fue atraída por el ladrido de unos perros negros de mala ralea; pero, al acercarnos a la puerta de una choza con esperanza de conseguir un poco de leche, hallamos los habitantes mal dispuestos para complacernos. La familia se componía de un indio, su esposa y una pareja de chicos y la abuela que, con la madre, huyeron de nosotros. El hombre con aspecto receloso y desconfiado, deseando claramente que nos fuésemos, a todas nuestras preguntas contestaba: «no hay». Los irritados perros negros nos gruñían para que abandonásemos la casa. La morada pintaba desdichas intolerables en medio del aislamiento más romántico».
Si el indio
hubiese sabido hablar solamente en quichua le hubiera dicho manastían o manancancho que en esta lengua quiere
decir: no hay como dice la copla, recogida en estos mismos parajes:
¡Echa
chicha, María Juana,
no me digas
manancancho!
Aquí traigo rial y medio
para gastar en tu rancho."
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